Calaveras largas:

El Tratado

Nos olemos de antemano,
lo que les voy a contar,
porqué somos humanos,
aunque lo quiéramos ignorar.

No soy ágil pa´la hablada,
ni también muy bien trovado,
por eso digo de un principio,
pa´que estemos preparados…

Cuentan mucho los de antaño,
que había un hombre allá en Luvina,
que jalaba con el Pina…
Y se llevaba buenas chingas.

Era un hombre de palabra,
y de justo entendimiento,
Respetado en su casa,
lo contrario de Anacleto.

Pero un día en su labor,
se topó con una dama,
la que le ofrecío un pañuelo,
recargada de una rama.

Abrió la tela ese hombre,
y miró que tenía chingo e billete…
¡Ah qué cabrona la vida!
Que cabrona la suerte…

Volteó pa´ agradecer a la dama,
pero la dama ya no estaba.
Sólo un trato en letras rojas
que en el pañuelo versaba.

“Tendrás oro y tendrás plata,
a cambio de que en un año
aceptes mi cariño.
Juro darte poca lata…
Amor de ese que mata.”

Abrió los brazos al cielo,
y rapidito aceptó.
Y lo que era pañuelo,
Ahora cochino calzón.

Todo el oro de ese año
se lo gastó en atenderse,
por saberse enterado,
de su trato con la muerte.

La Huesuda en sus frecuentadas,
las hacía como doctor…
Se sabía por las risotadas,
por lo fácil de su labor.

Hasta que llegó el día,
en que dejó su disfraz La Parca,
dejando del buen hombre,
nomás la huella en la cama.

Con La Fría no se trata,
porqué sólo nos embriaga,
y La Blanca no dilata,
en llevarse cualquier alma.

Calavera enviada por Hazael el 22 de octubre de 2013.

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